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Recortes en la NOAA agravan el riesgo durante temporada de huracanes potencialmente activa 575630

La propuesta de recortar más de $ 1,700 millones, equivalente al 27% del presupuesto operativo, amenaza con debilitar una red de seguridad crítica para millones de personas en zonas vulnerables. l363t

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La istración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) enfrenta una tormenta interna justo cuando el Atlántico se prepara para una temporada ciclónica que podría ser especialmente activa. 4m1a16

La propuesta de recortar más de $1,700 millones, equivalente al 27% del presupuesto operativo, amenaza con debilitar una red de seguridad crítica para millones de personas en zonas vulnerables.

El panorama es preocupante: más de 500 empleados han dejado la NOAA en lo que va del año, entre ellos cerca de 200 meteorólogos en oficinas del Servicio Nacional de Meteorología (NWS, por sus siglas en inglés), que ya operaban al límite de su capacidad.

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Algunas oficinas han tenido que reducir turnos y limitar la emisión de pronósticos continuos, dejando franjas horarias sin cobertura directa. El propio sindicato del NWS advierte que hasta 300 empleados adicionales podrían salir próximamente bajo planes de retiro anticipado.

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Esta crisis coincide con un pronóstico oficial de temporada activa: la NOAA estima una probabilidad del 60% de que la temporada supere el promedio histórico, con entre 13 y 19 tormentas con nombre, de las cuales hasta 10 podrían convertirse en huracanes, y hasta cinco alcanzar gran intensidad (categoría 3 o superior).

“Ya no pueden hacer los dos lanzamientos diarios de radiosondas”, explicó Tom DiLiberto, ex meteorólogo de la NOAA. “Sin esa información, entran menos datos a los modelos numéricos, afectando potencialmente el pronóstico de un huracán”.

Estos globos meteorológicos —fundamentales para medir humedad, temperatura y vientos en altura— ya han dejado de lanzarse en estados como Nebraska, Dakota del Sur y Alaska.

Además, la pérdida de directores de vuelo e ingenieros especializados ha impactado las operaciones de los aviones “cazahuracanes”, que penetran el centro de las tormentas para obtener datos en tiempo real. “Al inicio de los despidos, dos plazas de directores de vuelo de cazahuracanes y una de ingeniería fueron eliminadas”, señaló DiLiberto, advirtiendo que esa escasez podría limitar las misiones aéreas.

Pese a estas limitaciones, Michael Brennan, director del Centro Nacional de Huracanes, aseguró en rueda de prensa el pasado mes de abril, que el equipo hará todo lo posible por mantener la calidad del servicio: “Creo que estamos listos para continuar nuestro trabajo con el personal y experiencia actual, para seguir emitiendo los pronósticos, vigilancias y avisos en los que el público confía, y lo haremos en coordinación con nuestros socios en diversas agencias para asegurarnos que se reciba la información necesaria”.

Una de las preocupaciones más graves es el posible cierre del Laboratorio Oceanográfico y Meteorológico del Atlántico (AOML) en Miami, centro neurálgico de investigación sobre huracanes, modelos de trayectoria y misiones científicas en el Caribe.

La pérdida de esta institución no solo representaría un retroceso en precisión predictiva, sino también una pérdida de décadas de avance en monitoreo, vigilancia y respuesta ante desastres.

En medio del deterioro operativo, algunas alianzas emergen como soluciones parciales. La empresa privada WindBorne Systems, especializada en globos meteorológicos autónomos, se ha aliado con la NOAA para lanzar cinco nuevos sitios de observación en lugares estratégicos como Hawái, Oklahoma y Puerto Rico. Su tecnología permitirá complementar el vacío de datos producido por los recortes, aunque su integración completa con el NWS no se espera antes de julio.

“No se puede recuperar de inmediato el 20% de la fuerza laboral que ya hemos perdido”, concluyó DiLiberto. “Y eso pone en peligro no solo la seguridad pública en Estados Unidos, sino también el flujo de datos críticos para todo el Caribe”.

El Congreso de EEUU aún no ha votado el presupuesto final del año fiscal 2026. Pero mientras tanto, la amenaza de recortes sigue creciendo, en un momento en que la costa atlántica necesita —más que nunca— pronósticos confiables, sistemas de alerta eficaces y una NOAA plenamente operativa.

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